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Venezuela y Colombia avanzan en negociaciones para la reapertura total de la frontera

Tras años de tensiones, cierres intermitentes y pasos limitados, Venezuela y Colombia dieron un nuevo paso en el restablecimiento de sus relaciones bilaterales al anunciar avances significativos en las negociaciones para la reapertura total de su extensa frontera terrestre. Los gobiernos de ambos países aseguraron que el objetivo es normalizar plenamente el tránsito de personas, mercancías y servicios, con la mirada puesta en la integración económica y la cooperación en seguridad.

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La frontera colombo-venezolana, que se extiende por más de 2.200 kilómetros, ha sido escenario de un complejo entramado de problemas en la última década: contrabando, migración masiva, presencia de grupos armados irregulares y cierre de pasos oficiales.

En 2015, el gobierno del entonces presidente venezolano Nicolás Maduro ordenó el cierre de gran parte de los cruces formales, alegando la necesidad de combatir el contrabando de combustible y alimentos. Esto provocó un fuerte impacto en la vida de miles de familias que dependen históricamente del comercio binacional.

La llegada de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia en 2022 marcó un giro en la política bilateral. Desde entonces, ambos países comenzaron un proceso de restablecimiento diplomático que incluyó el nombramiento de embajadores, la apertura parcial de pasos fronterizos y la firma de acuerdos comerciales iniciales. Ahora, el objetivo es más ambicioso: la reapertura total y estable de la frontera.

De acuerdo con comunicados oficiales y declaraciones de las cancillerías, las conversaciones giran en torno a cuatro ejes principales:

  • Tránsito de personas y transporte público internacional.
    Se busca garantizar un sistema ordenado y seguro para que los ciudadanos puedan cruzar sin restricciones injustificadas. También se discute la reactivación de rutas de autobuses y transporte de carga.
  • Comercio binacional.
    Antes de los cierres, el intercambio comercial superaba los 7.000 millones de dólares anuales. En 2023, tras las primeras aperturas, la cifra rondó los 800 millones, según datos de la Cámara de Integración Económica Venezolano-Colombiana (Cavecol). El objetivo es recuperar la dinámica previa e incluso superarla con nuevos acuerdos aduaneros y tributarios.
  • Seguridad y lucha contra el crimen organizado.
    La frontera sigue siendo un área crítica por la presencia de grupos armados, narcotráfico y contrabando. Ambos gobiernos buscan establecer patrullajes coordinados, intercambio de información y cooperación militar limitada.
  • Aspectos migratorios y derechos humanos.
    Colombia alberga a más de 2,5 millones de migrantes venezolanos, según cifras oficiales. La normalización fronteriza también pretende garantizar mecanismos de regularización y facilitar la reunificación familiar de comunidades divididas.

El canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, expresó durante una rueda de prensa en Bogotá que la reapertura total de la frontera es “un compromiso político y social inaplazable”.

Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Yván Gil, afirmó que el gobierno de Nicolás Maduro respalda el proceso como parte de la “nueva etapa de integración latinoamericana” y subrayó que la prioridad es garantizar condiciones de seguridad.

Expertos en comercio exterior consideran que la reapertura total podría significar un respiro para ambas economías. Para Venezuela, representa la posibilidad de ampliar la colocación de productos no petroleros, especialmente alimentos, acero, aluminio y energía. Para Colombia, la reapertura abre oportunidades para sus exportaciones de bienes de consumo, medicamentos y productos agrícolas.

El economista colombiano Jorge Restrepo explicó que la frontera “no es solo un asunto diplomático, sino un motor real de crecimiento regional”. Según sus cálculos, la normalización podría generar hasta 500.000 empleos indirectos en los próximos tres años si se consolidan inversiones en infraestructura logística y transporte.

En el lado venezolano, Cavecol estima que el intercambio podría alcanzar nuevamente los niveles de 2014 en menos de cinco años, siempre que se mantenga la estabilidad política y se refuercen los mecanismos de confianza mutua.

Pese al optimismo oficial, la seguridad sigue siendo la principal piedra en el zapato. La frontera ha sido utilizada por grupos armados irregulares, bandas criminales y redes de contrabando.

En municipios como Cúcuta (Colombia) y San Antonio del Táchira (Venezuela), los habitantes conviven con retenes ilegales y extorsiones. Para enfrentar esa realidad, se discute la creación de un comando binacional de seguridad fronteriza, con participación de cuerpos policiales y militares de ambos países.

El gobierno colombiano ha insistido en que cualquier coordinación debe respetar la soberanía nacional, mientras que Venezuela plantea la necesidad de un “esfuerzo conjunto sin fisuras” contra el narcotráfico.

Más allá de las cifras comerciales, la reapertura tiene un enorme valor simbólico para las comunidades fronterizas. Familias que quedaron separadas por el cierre ven con esperanza la posibilidad de reencontrarse sin obstáculos burocráticos.

Organizaciones civiles en Norte de Santander y Táchira han destacado que la frontera “late por los vínculos humanos”, y recordaron que miles de estudiantes venezolanos asisten diariamente a colegios colombianos, mientras que pacientes cruzan en busca de atención médica.

En Colombia, la oposición ha mostrado cautela, advirtiendo que el proceso debe ser monitoreado con transparencia y que se evite cualquier concesión que legitime prácticas autoritarias en Venezuela. En Venezuela, sectores críticos también exigen que el restablecimiento no se convierta en un mecanismo de control político ni en un espacio de corrupción aduanera.

Pese a las voces disonantes, el consenso general en ambos países es que la reapertura fronteriza constituye un paso necesario hacia la normalización de relaciones, interrumpidas durante casi una década.

Según fuentes diplomáticas, las delegaciones de ambos gobiernos planean firmar un acuerdo marco de reapertura total antes de que finalice el año. Este documento incluiría cronogramas de implementación, mecanismos de verificación y compromisos de inversión en infraestructura vial y aduanera.

También se prevé la reactivación de vuelos binacionales en rutas adicionales y la creación de una mesa de seguimiento con participación de empresarios y organizaciones sociales.

La historia de la frontera colombo-venezolana ha estado marcada por altibajos. Sin embargo, las señales actuales indican que ambos gobiernos comprenden la urgencia de convertir esa línea en un espacio de desarrollo.

Si las negociaciones culminan con éxito, la reapertura total no solo beneficiará a los habitantes de la región, sino que también podría servir como modelo de integración para otros países de América Latina que enfrentan desafíos similares.

En palabras de un comerciante de Cúcuta, entrevistado por medios locales:

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