Corea del Norte voltou a chamar a atenção da comunidade internacional ao realizar, nesta segunda-feira, um novo teste de mísseis balísticos de médio alcance. O lançamento, confirmado pelos governos da Coreia do Sul e do Japão, ocorreu na costa leste do país e reacendeu os temores sobre a escalada militar na península coreana e a estabilidade da região do Indo-Pacífico.

De acuerdo con el Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur, los proyectiles fueron disparados desde la provincia de Hamgyong del Norte, alrededor de las 6:40 de la mañana, hora local. Se trataría de al menos dos misiles balísticos que volaron aproximadamente 750 kilómetros antes de caer en aguas del mar del Este, también conocido como mar de Japón.
El Ministerio de Defensa japonés informó que los misiles no ingresaron a su zona económica exclusiva, aunque condenó el hecho por considerarlo una amenaza directa a la seguridad de la región. “Cada lanzamiento norcoreano representa una violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y es una acción que no podemos tolerar”, declaró el ministro japonés de Defensa, Minoru Kihara.
El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, convocó de urgencia una reunión del Consejo de Seguridad Nacional en Seúl. Durante el encuentro, calificó el test como “una provocación injustificada” y advirtió que el país tomará medidas coordinadas con Estados Unidos y sus aliados para responder de manera firme.
Las Fuerzas Armadas surcoreanas elevaron su nivel de vigilancia y reforzaron la cooperación con el Comando Indo-Pacífico de EE.UU., que mantiene decenas de miles de tropas en la península como parte del tratado de defensa mutua. Un portavoz militar aseguró que los sistemas de defensa antimisiles se encuentran plenamente operativos y preparados para cualquier contingencia.
Washington condenó enérgicamente el lanzamiento. El Departamento de Estado emitió un comunicado en el que pidió a Pyongyang abstenerse de “acciones desestabilizadoras” y retomar el diálogo diplomático. La Casa Blanca recordó que las sanciones internacionales contra Corea del Norte siguen vigentes y que los ensayos balísticos violan múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
“Estados Unidos reafirma su compromiso absoluto con la defensa de Corea del Sur y Japón”, declaró Adrienne Watson, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional. Al mismo tiempo, Washington instó a China, principal aliado de Pyongyang, a utilizar su influencia para moderar el comportamiento del régimen de Kim Jong-un.
Hasta el momento, los medios estatales norcoreanos no han confirmado el lanzamiento, algo habitual en los ensayos militares del país. Generalmente, la agencia oficial KCNA publica comunicados horas o incluso días después, atribuyendo los lanzamientos a pruebas necesarias para “fortalecer la capacidad de defensa nacional” frente a lo que considera la “hostilidad” de Estados Unidos y sus aliados.
Expertos señalan que Pyongyang utiliza estos test no sólo como parte de su estrategia militar, sino también como herramienta política interna, reforzando la imagen del líder Kim Jong-un como garante de la seguridad y soberanía del país.
El lanzamiento ocurre en un momento de alta tensión en la península. En las últimas semanas, Corea del Sur y Estados Unidos realizaron maniobras militares conjuntas que involucraron buques de guerra, aviones de combate y simulaciones de defensa antimisiles. Pyongyang suele denunciar estos ejercicios como “ensayos de invasión” y responde con demostraciones de fuerza.
Además, la prueba coincide con la visita de un alto funcionario estadounidense a Tokio para coordinar la política de seguridad trilateral con Japón y Corea del Sur. Analistas interpretan el gesto de Pyongyang como un intento de enviar un mensaje de desafío a la creciente cooperación militar entre sus adversarios.
La Unión Europea se sumó a las condenas, calificando el lanzamiento como “una grave amenaza a la paz y seguridad internacionales”. Bruselas instó a Corea del Norte a cumplir sus obligaciones internacionales y retomar las conversaciones sobre desnuclearización.
China, por su parte, expresó “preocupación” pero evitó una condena explícita. El Ministerio de Relaciones Exteriores en Pekín reiteró su llamado al diálogo y al fin de las “acciones que eleven las tensiones”, en una postura que refleja su tradicional ambivalencia: crítica a los ejercicios militares de Washington y Seúl, pero reacia a presionar de forma contundente a Pyongyang.
Desde comienzos de 2024, Corea del Norte ha intensificado de manera notable su programa de misiles. Ha probado diferentes tipos de proyectiles, incluyendo misiles de crucero de largo alcance y sistemas diseñados para transportar ojivas nucleares tácticas.
Los analistas militares consideran que el régimen busca diversificar sus capacidades de ataque para asegurar su poder disuasivo frente a Estados Unidos y sus aliados. Según informes de inteligencia, el país también estaría avanzando en el desarrollo de submarinos capaces de lanzar misiles balísticos, lo que ampliaría significativamente su poder ofensivo.
El nuevo lanzamiento reduce aún más las perspectivas de reactivar las negociaciones sobre desnuclearización, estancadas desde 2019 tras el fracaso de la cumbre de Hanói entre Kim Jong-un y Donald Trump. Desde entonces, Corea del Norte ha rechazado cualquier oferta de diálogo, exigiendo el levantamiento de sanciones como condición previa.
La administración del presidente Joe Biden ha reiterado su disposición a conversar “sin condiciones previas”, pero Pyongyang ha respondido con silencio y más pruebas militares. La comunidad internacional teme que la situación desemboque en una espiral de tensión difícil de revertir.
Especialistas en seguridad coinciden en que el régimen norcoreano busca mantener la presión y demostrar que su arsenal continúa avanzando pese a las sanciones. “Cada lanzamiento es un recordatorio de que Corea del Norte sigue siendo una prioridad de seguridad global, aunque otras crisis, como la guerra en Ucrania o la rivalidad en el mar de China Meridional, dominen la agenda internacional”, explicó Jenny Town, analista del Stimson Center en Washington.
Por su parte, analistas surcoreanos advierten que el país podría estar preparando un ensayo nuclear subterráneo, el primero desde 2017. Imágenes satelitales muestran actividad en el polígono de Punggye-ri, lo que refuerza las sospechas de una posible detonación en los próximos meses.
El panorama en la península coreana sigue siendo incierto. Con cada nuevo test, Pyongyang refuerza su capacidad militar y eleva la presión sobre sus vecinos y la comunidad internacional. La posibilidad de que se reanuden conversaciones diplomáticas parece lejana, mientras que el riesgo de errores de cálculo o incidentes militares aumenta.
La comunidad internacional enfrenta el dilema de cómo responder: endurecer las sanciones, que hasta ahora no han detenido el programa armamentista, o intentar nuevas vías diplomáticas que permitan retomar el diálogo. Lo cierto es que el lanzamiento de hoy confirma que Corea del Norte no tiene intención de dar marcha atrás en su estrategia de fortalecimiento militar.